martes, 30 de noviembre de 2010

La Pila de la Plaza Pública

En las décadas de los 50 y 60, la plaza pública de Chichicastenango, aún podía lucir en el centro, una pila estilo colonial.  Esta pila tenía en su alrededor unos espacios que eran exclusivamente para colocar tinajas, las cuales por cierto eran de barro y con las mismas se acarreaba agua hacia los hogares en especial miércoles y sábado, días en los cuales vecinos de las comunidades rurales llegaban a la población por diferentes motivos y también para vender sus productos el jueves y domingo.  El diseño de la pila era especial y se podía apreciar en su plenitud los días entre semana, días en los cuales no se ponía ninguna venta en la plaza.  Llegada una nueva administración municipal proyecto construir una torre, la cual tendría en su parte mas alta un reloj, que según el alcalde y el consejo de ese tiempo serviría para dar la hora a la población chichicasteca, la torre la proyectaron construir en el centro de la plaza en donde se encontraba la pila. 
Decretado el acuerdo procedieron a demoler la pila, y para dejar bien cimentada la torre, cavaron un hoyo grande en la plaza.  Los trabajos se iniciaron, pero por razones desconocidas los mismos se suspendieron y la obra quedó detenida.   Pasado el tiempo y al ver que no tenía ningún uso el agujero, la gente comenzó e tirar basura en el mismo, formando un basurero municipal el cual provocó olores desagradables para toda la vecindad.  El agujero se mandó a rellenar y para enmendar la plana, se construyó una nueva pila, pero por no tener un diseño definido, la misma tuvo las características de cualquier pila, es decir; común y corriente, la cual tenemos conocimientos todos también fue demolida recientemente para dar paso a un nuevo proyecto de pila o fuente.

La Energía Eléctrica Municipal

Chichicastenango contó por mucho tiempo con energía eléctrica municipal. La planta hidroeléctrica que surtía a la población se encontraba en el río Kiejel, río que con su caudal de agua movía las turbinas para generar la energía de la cual gozaron los chichicastecos ya que la población del área Urbana era muy poca en la década de los años 50. Es bueno recordar que en ese tiempo las bombillas que daban servicio público y domiciliar eran focos de 100 o 50 bujías. Los focos del servicio público estaban colocados en postes de madera en cada esquina de las avenidas y calles, en ese entonces había una persona encargada de encender la luz a partir de las cinco o seis de la tarde, dependiendo si era tiempo de verano o invierno y la apagaba a las ocho de la mañana siguiente. El servicio volvía a las doce horas y nuevamente era suspendido a las dos de la tarde, este horario era de todos los días, en horas de la noche las calles lucían casi a oscuras. La plaza principal o central no era la excepción y había muy poca luz, toda esta oscuridad daba lugar a que las personas adultas contaran leyendas o cuentos de espantos y aparecidos a los patojos de esos tiempos provocando temor, razón por las cual no se salía de noche a las calles.
Como dato especial les contamos que en aquellos tiempos la persona encargada de encender la luz no permitía que la patojada jugara la famosa chamusca en la calle y era alegre porque cuando a esta persona se le veía venir, los patojos corrían de calle en calle con la pelota, pero cuando eran sorprendidos, la pelota era decomisada para siempre, la causa era de que de un pelotazo se quebraban las famosas bombillas ya que las pelotas eran de hule.

La Marimba de Tecomates

La marimba de tecomates es parte de la identidad del pueblo chichicasteco. Su estructura y su sonido, así como sus melodías son únicas y forman parte de nuestro orgullo, y es que en apariencia tal vez no le pongamos atención pero sabemos que existe y está presente desde tiempos pasados.
En la década de los años 50 e inicios de los 60, en lo que hoy es la 4ª Avenida San Juan, exactamente a un costado del Restaurante Maya Longe, se colocaba la venta de marimbas de tecomate, el vendedor para llamar la atención de la gente ejecutaba una de las marimbas, al escuchar este concierto matinal, muchas personas que asistían los días domingo a vender o a comprar en la plaza municipal de la población, suspendían por un momento su actividad y escuchaban la marimba, entre toda esta gente pues salía algún vecino pudiente del área rural quien después de hacer trato el instrumento procedía a comprarlo. La marimba comprada era utilizada para amenizar los eventos particulares de la familia especialmente en la casa y en algunas ocasiones el dueño de la marimba, hacía sonar su instrumento en horas de la tarde, deleitando de esta manera a los vecinos del cantón. El negocio de marimbas no se hacía muy seguido y se realizaba a cada veinte días o más. Era una costumbre escuchar la marimba y mientras se vendía una marimba, las otras las recostaban en la pared esperando su turno para ser ejecutadas por el maestro vendedor. Este negocio ya no se realiza actualmente ya que únicamente queda el recuerdo y forma parte de la historia del pueblo chichicasteco.